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©Charles_Ripon_ADT09_0009448_MD|Charles Ripon

¡En la ruta verde!

Estamos en racha

La voie verte de los Pirineos Cátaros es una antigua línea ferroviaria que discurría entre Mirepoix-Chalabre-Lavelanet y fue creada en 1903. La línea unía el valle industrial de Hers con la red ferroviaria nacional a través de Bram o Pamiers. La compañía Chemins de Fer du Midi, encargada por el Estado de explotar la línea, transportaba pasajeros, correo y mercancías. En 1973, el tren silbó por última vez en la línea… que ahora se ha convertido en una voie verte, un sendero multiactividad.

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Charlotte dice...

Cuando salgo con mi hija Pauline a recorrer la voie verte, sé que vamos a pasarlo muy bien juntas. ¿Qué más se puede pedir que hacer deporte, estar en plena naturaleza y compartir un momento de complicidad con ella?

Por fin ha llegado la primavera. Con Pauline y mis amigos, hemos decidido sacar las bicis y lanzarnos a la voie verte. El sábado por la mañana haremos 15 km desde Mirepoix hasta Camon, uno de los pueblos más bonitos de Francia. Hemos consultado las previsiones meteorológicas, que parecen excelentes, y hemos planeado un picnic para una comida campestre después del paseo.

Justo antes del gran día, decidí acudir a los profesionales de Cycl’Olmes para que revisaran la bicicleta de mi hija de 7 años. Ha crecido mucho desde el año pasado, así que hice que le quitaran las ruedecitas, revisaran los frenos y engrasaran la cadena. Todos los semáforos están en verde gracias a estos expertos, ¡y ya estamos deseando que llegue el sábado!

Adelante

las historias

¡Eso es! Ya es sábado. Mis amigas y yo hemos quedado en el aparcamiento Super U de Mirepoix para emprender la ruta verde. Mi hija está emocionada como una pulga, encantada de encontrarse con sus amigas y orgullosa de ir en bici sin las ruedecitas.

Ir por la voie verte con mis amigos y Pauline es garantía de diversión y seguridad. Mi hija de 7 años aún no domina del todo el agarre a la carretera y puede pedalear con tranquilidad, ya que en la Vía Verde sólo se permite la circulación de peatones, ciclistas y jinetes. En ningún momento nos cruzamos con ningún coche, ¡es pura felicidad!

Además, el terreno es llano y muy agradable. Podemos ir uno al lado del otro, a nuestro ritmo, parando siempre que queramos para tomar algo, hacer fotos del paisaje e incluso tomar un tentempié en uno de los bancos de la vía verde.

A medida que pasan los kilómetros, el paisaje cambia, y podemos estar a la sombra bajo los árboles de un pequeño bosque, o a pleno sol, ya que la vía verde atraviesa campos, o podemos circular paralelos a la carretera principal.

En cada cruce hay señales de stop con una línea en el suelo, lo que resulta tranquilizador.

El túnel

Una emoción de placer

La primera vez que ves acercarse un túnel siempre es sorprendente, ¡es como entrar en una cueva! Nos abrimos paso por el largo túnel negro con un pequeño resplandor al final, que crece a medida que avanzamos. Este momento frío y oscuro puede dar miedo, pero siempre cantamos canciones en este punto y el eco de nuestras voces en las paredes hace que este pasaje sea divertido.

Es conmovedor darse cuenta de que viajamos por lo que hace décadas fue un cruce de ferrocarril. Testigos de este pasado son las estaciones que bordean el trazado de la Vía Verde y que han encontrado una nueva función.

Hemos llegado

¡Bien hecho!

A medida que pasan los kilómetros, el paisaje cambia, y podemos estar a la sombra bajo los árboles de un pequeño bosque, o a pleno sol cuando la vía verde atraviesa campos, o podemos rodar paralelos a la carretera principal.

El tiempo vuela y ¡ya hemos llegado a Camon! Elegimos un lugar a orillas del río Hers para sentarnos a comer en las mesas de picnic. Tras un descanso, salimos de nuevo, esta vez a pie, para visitar el pueblo de los 100 rosales. Dos adultos de nuestro grupo regresaron a Mirepoix para recoger sus coches y unirse a nosotros. Las callejuelas son magníficas y las fortificaciones impresionan a los más pequeños, que sueñan con castillos fortificados y caballeros.

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